Gabriel Figueroa Mateos Cinefotógrafo y Director de Fotografía

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Descripción

Nació en Ciudad de México, el 24 de abril de 1907 murió el 27 de abril de 1997

Figura destacadísima de un gran tramo de la historia de nuestro cine, hizo a un lado el llamado de la música y el dibujo para dedicarse a la fotografía, en los primeros años de la etapa sonora de aquél. Al lado de Alex Phillips y Gregg Toland, sus maestros, surgieron las fuentes de su estilo y la tónica de su mirada como creador de imágenes de enorme plasticidad y de muy personal creatividad. 

Desde la temprana muestra de su talento en Allá en el Rancho Grande (1936), se sucedieron sus colaboraciones de gran calidad hasta que la mancuerna con Emilio Indio Fernández arrojó títulos clásicos como Flor silvestre (1943), Bugambilia (1944), La perla (1945), Enamorada (1946), Río Escondido (1947), Salón México (1948) y Víctimas del pecado (1949). Sin embargo, también con muchos otros directores cosechó cintas de mérito, fama y múltiples distinciones, como sucedió al colaborar con Chano Urueta, Luis Buñuel, Julio Bracho, Roberto Gavaldón, Fernando de Fuentes, Ismael Rodríguez, John Ford y Alejandro Galindo, en cintas como La noche de los mayas (1939), El jefe máximo (1940), ¡Ay, qué tiempos, señor don Simón! (1941), Distinto amanecer (1943), El fugitivo (1947), Los olvidados (1950), El rebozo de Soledad (1952), Dos tipos de cuidado (1952), El ángel exterminador (1962) y El gallo de oro (1964). También tuvo una larga actividad como líder gremial dentro de la cinematografía nacional.

Tras de colaborar con John Huston en Bajo el volcán (Under the Volcano), en 1983, se retiró a la vida privada, a ordenar su vasto archivo fotográfico y a seguir recibiendo merecidos galardones, nacionales e internacionales, a su extraordinaria trayectoria.

Capturó imágenes que nos llevan a contemplaciones sobre un México en claroscuros y que, en si mismas, necesitan observaciones más profundas; el maguey y las nubes son protagonistas de escenas que apricionan no soló las luces y las sombras, si no el movimiento, que es la vida.

Con su fotografía reflejaba la pertenencia, identidad soledad, rechazo, locura, miseria, ternura, nostalgia, fuerza, miedo, Indignación, furia, preocupación, seducción, esperanza, compasión, alegría, culpa, desesperación, odio y amor. Sentir es el estado natural al que nos dirige Figueroa al visualizar sus Imágenes. Sorprendernos es la reacción que nos permite la conciencia ante los matices que a través de los bellos dolores contenidos en sus fotografías dulces soledades, miradas perversas o amorosas, vacíos emocionales en hermosos paisajes naturales y desbordantes de Insoportable realidad, abandono, mujeres enamoradas o pesadillas en vida de seres olvidados.

 

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